El clima político en Ecuador se ha tornado cada vez más tenso tras la denuncia presentada por la vicepresidenta Verónica Abad contra el presidente Daniel Noboa, a quien acusa de violencia política de género.
La querella, que podría derivar en la destitución y suspensión de los derechos políticos del mandatario por hasta cuatro años, ha sido interpretada por el Gobierno como un intento deliberado de desestabilización y un posible golpe de Estado.
El ministro de Gobierno, Michele Sensi, expresó en un comunicado que “la actitud de Verónica Abad no sorprende”, y agregó que “desde hace tiempo quedó claro que no compartía los valores ni los principios de este Gobierno”. Según el funcionario, la acusación de la vicepresidenta “es un intento desesperado por acceder al poder a cualquier costo”.
Sensi también denunció que quienes impulsan esta acción buscan “deslegitimar la voluntad popular expresada en las urnas” e impedir la participación electoral de Noboa, quien planea presentarse a la reelección. “Es vergonzoso el nivel de desesperación de quienes están detrás de esta denuncia”, afirmó.
La denuncia de Abad recayó en el despacho del magistrado Fernando Muñoz, recientemente removido como presidente del Tribunal Contencioso Electoral (TCE), donde se tramita la causa. Según la legislación ecuatoriana, este tipo de denuncias puede ser considerada una infracción electoral “muy grave”, sancionable con la suspensión de derechos políticos, la destitución del cargo y una multa significativa.
La tensión entre ambos líderes se remonta a la campaña electoral del año pasado, cuando Noboa y Abad se presentaron como binomio en los comicios convocados anticipadamente por el expresidente Guillermo Lasso. Desde entonces, las diferencias entre ambos se hicieron públicas, marcadas por discrepancias ideológicas y personales.
Las tensiones entre Noboa y Abad
Tras asumir el poder en noviembre, Noboa designó a Abad como embajadora plenipotenciaria de Ecuador en Israel, con el objetivo de promover el diálogo por la paz en Medio Oriente. Sin embargo, la distancia geográfica no apaciguó las disputas.
La situación se agrava ahora que Noboa ha confirmado su intención de buscar la reelección en los próximos comicios. Según la normativa vigente, deberá solicitar licencia temporal para hacer campaña, lo que implicaría que Abad, como vicepresidenta, asuma temporalmente la presidencia. Este escenario genera preocupación dentro del Ejecutivo, que considera que su ascenso al poder “sería nefasto para la estabilidad política”.
Fuentes cercanas al Palacio de Carondelet aseguran que la denuncia de Abad tiene un trasfondo político y busca aprovechar el proceso electoral para deslegitimar al actual mandatario. No obstante, la vicepresidenta enfrenta también su propio proceso ante el TCE por presuntas irregularidades en las elecciones locales de 2023, cuando se postuló a la alcaldía de Cuenca.
La crisis interna refleja la fragilidad institucional que atraviesa Ecuador, un país acostumbrado a los cambios bruscos de gobierno y a la confrontación entre sus líderes. Si el conflicto escala, el país podría enfrentar un nuevo capítulo de inestabilidad, reavivando los fantasmas de anteriores crisis políticas.
Mientras tanto, la ciudadanía observa con preocupación cómo la pugna entre Noboa y Abad podría paralizar la gestión del Estado, justo cuando el país necesita estabilidad para enfrentar los desafíos económicos y de seguridad que lo aquejan.