El secretario de Defensa citó a cientos de generales y almirantes en Virginia sin explicar motivos. Donald Trump aseguró no estar al tanto.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, sorprendió esta semana al convocar a cientos de generales y almirantes de una estrella o rango superior a una reunión urgente en la base del Cuerpo de Marines en Quantico, Virginia.
La cita, programada para el próximo martes, no vino acompañada de explicaciones, lo que disparó interrogantes dentro y fuera del aparato militar.
Según tres fuentes cercanas al proceso, que hablaron bajo condición de anonimato, se trata de un movimiento “inusual” que no tiene precedentes recientes.
El propio portavoz del Pentágono, Sean Parnell, se limitó a confirmar que Hegseth “se dirigirá a sus altos líderes militares a principios de la próxima semana”, sin ofrecer más detalles.
El ejército estadounidense cuenta con aproximadamente 800 generales y almirantes, muchos de los cuales están desplegados en más de una docena de países y zonas horarias. Una reunión de esta magnitud exige una coordinación logística compleja y, al no haber justificación oficial, ha generado suspicacias.
Consultado al respecto, el presidente Donald Trump dijo desconocer el encuentro. “Estaré allí si me necesitan, pero ¿por qué es tan importante?”, respondió ante periodistas en el Despacho Oval.
Su vicepresidente, J.D. Vance, intentó restarle dramatismo al afirmar que los medios “hicieron de esto una gran noticia” y que no era raro que los altos mandos se reunieran con el secretario.
Sin embargo, el contexto no es menor. Desde que asumió el cargo, Hegseth ha adoptado medidas controvertidas. En mayo ordenó reducir en un 20% los generales de cuatro estrellas y aplicar un recorte adicional del 10% a todos los oficiales generales y de bandera.
También instruyó a la Guardia Nacional a eliminar un quinto de sus puestos de mayor jerarquía. En febrero destituyó a la almirante Lisa Franchetti, máxima autoridad naval, y al general James Slife, número dos de la Fuerza Aérea, sin ofrecer razones claras.
En los meses siguientes, se sumaron más despidos, incluidos jefes de inteligencia militar.
Su estilo de conducción ha generado choques internos, especialmente tras la decisión de Donald Trump de firmar en septiembre una orden ejecutiva que permitió al Pentágono operar también bajo el nombre de “Departamento de Guerra”.
Desde entonces, Hegseth se presenta como “Secretario de Guerra”, aunque legalmente sigue siendo secretario de Defensa, ya que solo el Congreso puede modificar la denominación oficial.
Con experiencia militar limitada —sirvió en Afganistán, Irak y Guantánamo como oficial de la Guardia Nacional tras graduarse en Princeton en 2003—, Hegseth ha logrado sin embargo consolidar la confianza del presidente. Su protagonismo, sumado a decisiones abruptas, mantiene en vilo a una estructura militar que observa con cautela la próxima cita en Quantico.
