El tiroteo contra instalaciones de ICE en Dallas reaviva la violencia política en Estados Unidos, dejando un muerto y dos inmigrantes heridos.
Un hallazgo de balas con mensajes de odio contra la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en el lugar de un ataque armado en Dallas ha encendido las alarmas sobre la creciente violencia dirigida a las autoridades migratorias en Estados Unidos.
Los incidentes, ocurrido a primera hora de la mañana, dejó un detenido muerto y otros dos heridos de gravedad, intensificando el debate sobre la seguridad de los centros de detención de inmigrantes y el clima político en torno a las deportaciones.
El atacante, identificado como Joshua Jahn, de 29 años, abrió fuego desde la azotea de un edificio cercano. Disparó indiscriminadamente contra la oficina del ICE y una camioneta sin identificación estacionada en las inmediaciones.
Poco después, murió por una herida de bala autoinfligida. En el lugar, las autoridades recuperaron municiones con la inscripción “ANTI-ICE”, lo que confirma la motivación explícita contra la agencia.
La Secretaría de Relaciones Exteriores de México confirmó que uno de los heridos es ciudadano mexicano, mientras que organizaciones proinmigrantes en Texas expresaron temor por el aumento de la violencia.
Trump reaccionó calificando el ataque de “despreciable” y acusó a “radicales izquierdistas” de incitar la violencia contra las fuerzas de seguridad. Desde su red Truth Social, pidió a los demócratas frenar lo que considera una retórica peligrosa que “demoniza” a los agentes del ICE.
Este ataque no es un hecho aislado. En los últimos meses, varias instalaciones de ICE han sido blanco de incidentes violentos. En San Antonio, desconocidos dispararon contra oficinas sin causar heridos.
En Alvarado, un enfrentamiento durante una protesta el 4 de julio terminó con un agente baleado en el cuello. Además, en agosto un hombre ingresó a un edificio con lo que describió como un detonador falso, generando pánico.
La oficina atacada en Dallas se utiliza para el procesamiento temporal de detenidos, más que como centro de reclusión prolongada. Sin embargo, para muchos activistas se ha convertido en símbolo del endurecimiento de la política migratoria.
Testigos como Edwin Cardona, un venezolano residente en Dallas, describieron escenas de terror: “Tenía miedo por mi familia porque estaban afuera. Gracias a Dios no les pasó nada”, relató.
El debate sobre el futuro del ICE continúa polarizando a Estados Unidos. Para unos, sus operaciones son indispensables para garantizar la seguridad nacional y controlar la inmigración irregular. Para otros, representan una fuerza desproporcionada que criminaliza a los inmigrantes y alimenta la xenofobia.
Mientras la investigación sigue abierta, los analistas advierten que los ataques contra el ICE reflejan un ambiente político cada vez más tenso y cargado de violencia. En medio de la promesa de deportaciones masivas por parte del gobierno, el riesgo de nuevos enfrentamientos parece estar lejos de disminuir.
