Chile se ha posicionado como un referente en biotecnología y edición genética agrícola, gracias a un marco regulatorio ágil, flexible y basado en la ciencia que facilita la innovación en cultivos.

La edición genómica, mediante técnicas como CRISPR-Cas9 y TALENs, permite modificar genomas vegetales con precisión, mejorando la resistencia a plagas, tolerancia climática, productividad y calidad nutricional. 

Según un estudio reciente publicado por el Dr. Miguel Ángel Sánchez, Director Ejecutivo de ChileBio, Chile implementó en 2017 un marco regulatorio pionero en América Latina para nuevas técnicas de mejoramiento (NBTs), convirtiéndose en el segundo país del mundo, tras Argentina, en establecer regulaciones claras sobre edición genética de plantas.

Este enfoque ha favorecido la innovación y ha atraído solicitudes de desarrolladores locales e internacionales. 

El Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) regula estas prácticas en Chile, determinando caso por caso si un producto vegetal es un organismo genéticamente modificado (OGM) o no.

El proceso, que tarda alrededor de 20 días hábiles, ha sido elogiado por su simplicidad, rapidez y predictibilidad. Desde 2017 hasta noviembre de 2024, de 57 solicitudes recibidas, 52 se consideraron no OGM y cinco fueron clasificadas como OGM. La técnica CRISPR-Cas9 es la más utilizada, y los cultivos más solicitados incluyen maíz y soja. 

El Dr. Sánchez destaca que algunas solicitudes incluían más de 100 líneas, reflejando la tendencia hacia la multiplexación, donde se editan varios genes simultáneamente para generar rasgos complejos, como resistencia a estrés climático y aumento de rendimiento.

Esta capacidad refuerza el liderazgo de Chile en el desarrollo de biotecnología agrícola avanzada. 

La región latinaomericana ante lo internacional

A nivel internacional, los marcos regulatorios varían considerablemente. Estados Unidos aplica un enfoque basado en el producto, mientras que Canadá utiliza criterios de novedad. Países de América Latina como Argentina, Brasil y Colombia analizan caso por caso los cultivos derivados de NBT.

En Asia, Japón y Filipinas permiten que las plantas editadas sin ADN foráneo sean tratadas como variedades convencionales, mientras China regula estas plantas dentro de los OGM, aunque el proceso es más ágil que para transgénicos tradicionales. 

El estudio identifica desafíos para Chile, como barreras precomerciales y regulatorias, requisitos postcomerciales innecesarios, diferencias regulatorias internacionales, adaptación a modificaciones genéticas complejas y la aceptación del mercado.

La percepción pública y la desconfianza hacia los productos editados genéticamente pueden limitar la exportación y adopción de estas innovaciones. 

A pesar de estos retos, el enfoque regulatorio chileno basado en productos ofrece funcionalidad, flexibilidad y previsibilidad, permitiendo presentar múltiples líneas derivadas de un solo proceso de edición bajo una misma solicitud.

Esta estrategia incentiva pruebas de campo y multiplicación local de semillas, consolidando a Chile como un referente en biotecnología agrícola en América Latina. 

El Dr. Sánchez concluye que Chile debe mantener su liderazgo adaptando proactivamente su marco regulatorio, equilibrando innovación, seguridad y demandas del mercado, y fomentando la colaboración internacional y la transparencia hacia la sociedad.