La OTAN lanza su primer plan integral sobre biotecnología, buscando regular usos éticos y responsables mientras protege a la Alianza de riesgos estratégicos. Los aliados de la OTAN
La OTAN lanza su primer plan integral sobre biotecnología, buscando regular usos éticos y responsables mientras protege a la Alianza de riesgos estratégicos.
Los aliados de la OTAN han alcanzado un hito histórico al aprobar la primera estrategia internacional orientada a regular el desarrollo y uso responsable de las biotecnologías y las tecnologías de mejora humana (BHE, por sus siglas en inglés).
Este viernes 12 de abril de 2024, la OTAN publicó una versión pública de este documento, que refleja la creciente preocupación por los avances exponenciales en la biotecnología y su impacto en defensa y seguridad.
El objetivo central de la estrategia es implementar estas soluciones emergentes de manera ética, legal y responsable, promoviendo la confianza con los innovadores, la ciudadanía y garantizando que la Alianza se proteja frente a un mal uso por parte de competidores estratégicos o adversarios potenciales.
La aplicación práctica abarca desde biosensores para la detección de amenazas biológicas y químicas, hasta dispositivos tecnológicos de salud portátiles y biomateriales que fortalezcan y protejan a los miembros de la OTAN.
Según el documento, la implementación se realizará respetando plenamente el derecho internacional, los protocolos existentes y la bioética. La investigación avanzada sobre oportunidades y riesgos asociados comenzará en los próximos meses. Las BHE fueron identificadas en 2019 como tecnologías emergentes disruptivas y prioritarias, capaces de transformar economías, sociedades y capacidades defensivas de manera impredecible.
Las biotecnologías utilizan procesos biológicos, células o compuestos celulares para desarrollar nuevos productos y aplicaciones. Entre sus usos defensivos, destacan la monitorización de amenazas CBRN (químicas, biológicas, radiológicas y nucleares) mediante biosensores habilitados por inteligencia artificial, la reducción de dependencias estratégicas frente a rivales y el uso de materiales avanzados más resistentes, ligeros y eficientes para plataformas militares e infraestructuras.
Sin embargo, estas tecnologías también implican riesgos. Entre ellos, la proliferación de armas biológicas, la propagación de agentes biológicos con impactos imprevisibles y el posible mal uso por actores no estatales o terroristas. Por eso, se busca equilibrar el aprovechamiento de estas herramientas con medidas de prevención y control.
Las Tecnologías de Mejora Humana permiten a los individuos superar límites físicos o cognitivos normales. Sus aplicaciones incluyen la medicina militar y rehabilitación, movilidad mejorada mediante exoesqueletos y el aumento de la conciencia cognitiva para la toma de decisiones en entornos complejos.
A su vez, la estrategia de la OTAN reconoce que adversarios estratégicos podrían explotar estas mismas tecnologías para obtener ventajas militares o vulnerar capacidades aliadas.
El documento enfatiza que será un foro transatlántico para promover el desarrollo seguro de BHE, protegiendo a la Alianza frente a su uso malicioso por actores estatales y no estatales. Competidores estratégicos, como Rusia, continúan invirtiendo en BHE y buscan socavar normas globales sobre armas de destrucción masiva, aumentando los riesgos de desinformación y posibles ataques biológicos o químicos.
Para garantizar la viabilidad del proyecto, la OTAN, a través de DIANA y su Fondo de Innovación, junto con los aliados, asegurará financiamiento para fortalecer la investigación y desarrollo de BHE en áreas críticas, ofreciendo alternativas confiables frente a las inversiones de adversarios.
