El próximo sábado, Seychelles celebrará elecciones presidenciales y legislativas. Ocho candidatos compiten por el poder en un país modelo de estabilidad en África.
El próximo sábado, la República de Seychelles votará en elecciones generales para renovar tanto la presidencia como la Asamblea Nacional para el período 2025-2030. El proceso es seguido de cerca en la región por tratarse de uno de los sistemas democráticos más sólidos del continente africano.
Seychelles es una república presidencial en la que el jefe de Estado, actualmente Wavel Ramkalawan, se elige por voto popular para un mandato de cinco años, con posibilidad de reelección por una única vez.
En caso de que ningún candidato alcance más del 50% de los votos, se realizará una segunda vuelta entre los dos aspirantes más votados.
La Asamblea Nacional es unicameral y está compuesta por un máximo de 36 escaños. De ellos, 26 se eligen en circunscripciones uninominales que corresponden a los 26 distritos del país, mientras que el resto se asigna proporcionalmente a los partidos según su porcentaje nacional de votos.
Por cada 10% del voto popular se otorga un escaño adicional, hasta un máximo de diez.
En esta ocasión, ocho candidatos presidenciales se disputan el poder: cinco representan a partidos políticos y tres son independientes. La diversidad de opciones refleja el dinamismo de la política local, en un país donde el multipartidismo ha ganado espacio en los últimos años.
Seychelles es un archipiélago compuesto por más de 115 islas en el Océano Índico y alberga a unos 100.000 habitantes. Aunque es el país más pequeño y menos poblado de África, se lo considera uno de los más ricos y desarrollados gracias a una economía sustentada en el turismo, los servicios y las finanzas.
A pesar de una historia política marcada por golpes de Estado y tensiones, el archipiélago ha avanzado hacia el fortalecimiento del Estado de derecho.
En la actualidad, es uno de los pocos países africanos que muestran mejoras en indicadores de gobernanza democrática y libertades civiles, consolidándose como un modelo de estabilidad en medio de un continente en constante transformación.
