Singapur regula la convivencia con gatos en viviendas públicas tras décadas de prohibición
noviembre 13, 2024
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Tras 35 años de prohibición, Singapur permite ahora que los gatos habiten en hogares públicos, pero la normativa genera dudas sobre su implementación.
Durante décadas, los gatos fueron considerados ilegales en las viviendas públicas de Singapur, obligando a los dueños a mantener a sus mascotas escondidas para evitar sanciones.
Esta situación cambió este año cuando el gobierno levantó la prohibición que se mantenía vigente desde hace 35 años, marcando un antes y un después en la relación entre ciudadanos y felinos.
A pesar de esta medida histórica, la nueva normativa ha generado confusión entre los propietarios de gatos, ya que no está completamente clara y plantea varias preguntas sin resolver.
Cada hogar en vivienda pública puede tener hasta dos gatos, siempre que se cumplan ciertos requisitos: completar un curso gratuito en línea sobre cuidado de mascotas, asegurar que los felinos tengan un microchip y estén debidamente registrados.
Sin embargo, persisten múltiples interrogantes. Por ejemplo, qué sucede si dos personas deciden vivir juntas y entre ambas superan el límite de dos gatos. También preocupa la situación de los gatos abandonados que permanecen registrados con el nombre de antiguos dueños.
Además, existe temor sobre posibles casos de maltrato animal, ya sea por parte de los propietarios o de vecinos que se oponen a la presencia de gatos en su entorno.
“Las nuevas normas no obligan a los propietarios a proteger sus pisos de los felinos como condición para concederles la licencia, lo que genera preocupación sobre accidentes que podrían ocurrir en los rascacielos de las viviendas sociales”, señala el artículo. Los defensores de los derechos de los animales también cuestionan cómo supervisará el gobierno el cumplimiento de estas reglas de manera efectiva.
¿Desde cuán esta presente la prohibición?
La prohibición original, instaurada en la década de 1960, respondió a la necesidad de mantener higiene y orden en los complejos habitacionales administrados por la Junta de Vivienda y Desarrollo (HDB), en un contexto de crisis de vivienda y superpoblación.
Los gatos eran considerados difíciles de controlar, y se argumentaba que su pelo, heces, orina y maullidos podían generar molestias a los vecinos.
Hoy, más del 80% de la población de Singapur, equivalente a más de 4,6 millones de personas, vive en pisos de la HDB. Antes de la modificación legal, violar la prohibición podía acarrear multas de hasta 4.000 dólares de Singapur (aproximadamente 2.970 dólares estadounidenses).
El cambio normativo busca integrar a los gatos en la vida pública y reconocer la relación afectiva entre las personas y sus mascotas. Sin embargo, el proceso de adaptación será complejo y requerirá educación, supervisión y, posiblemente, ajustes legales a medida que surjan situaciones imprevistas.
La experiencia de Singapur refleja la dificultad de equilibrar la convivencia urbana, la protección animal y las necesidades de los ciudadanos. A medida que los gatos comienzan a ocupar legalmente las viviendas públicas, tanto autoridades como dueños deberán encontrar un equilibrio que permita armonía, seguridad y bienestar para todos.