Tras dos años de guerra en Gaza, Israel sigue luchando contra Hamas, con logros militares limitados y profundas consecuencias humanitarias y políticas.
El 7 de octubre de 2023 marcó uno de los días más oscuros para Israel: un ataque masivo de Hamas tomó al país por sorpresa, con combatientes cruzando la frontera desde Gaza, asesinando a más de 1.200 personas y secuestrando a 250.
La respuesta del gobierno fue inmediata: bombardeos contra Gaza que, según el Ministerio de Salud de la Franja, controlado por Hamas, dejaron más de 65.000 muertos y 160.000 heridos.
Más del 90% de las viviendas fueron destruidas o dañadas, y 1,9 millones de personas se encuentran desplazadas en un territorio reducido. La crisis humanitaria incluye hambre severa, acceso limitado a agua potable y servicios esenciales y devastación generalizada de infraestructura.
Israel se planteó dos objetivos claros: liberar a todos los rehenes y eliminar a Hamas. Dos años después, los resultados son parciales. De los 251 rehenes, 148 han sido liberados; solo ocho rescatados directamente por el ejército israelí. Hamas mantiene a unos 47, aunque solo se estima que unos 20 estén vivos.
La organización terrorista sigue activa, adaptándose de una estructura paramilitar a una fuerza guerrillera descentralizada, pese a la eliminación de miles de combatientes y líderes clave.
El plan de 20 puntos presentado por el expresidente estadounidense Donald Trump propone la liberación de los rehenes restantes y el desarme de Hamas, con amnistía para quienes acepten una coexistencia pacífica, lo que podría marcar el fin de la milicia armada, aunque no de su ideología.
El conflicto también debilitó a aliados de Hamas, como Hezbolá en Líbano y los hutíes en Yemen. Ataques israelíes redujeron significativamente su capacidad militar, y operaciones en Irán dañaron el programa nuclear y eliminaron figuras claves como Ismail Haniyeh.
Los ataques israelíes sobre hospitales, escuelas y la población civil han provocado denuncias internacionales de genocidio, bloqueos de ayuda humanitaria y sanciones parciales de países como Colombia, Sudáfrica y Malasia, mientras la Unión Europea debate medidas económicas y restricciones diplomáticas.
La Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto contra Benjamin Netanyahu y Joav Galant por crímenes de lesa humanidad.
El reconocimiento de Palestina como Estado independiente ha aumentado, con 20 países sumándose a los 137 que ya lo habían hecho, a pesar de la oposición de Netanyahu, que considera la medida una recompensa a Hamas.
La situación política interna en Israel refleja divisiones profundas: mientras algunos ministros presionan por medidas más agresivas contra Hamas, un creciente sector de la sociedad y familiares de rehenes demanda negociaciones y cese del fuego.
En medio de esta compleja realidad, la propuesta de Trump podría ofrecer un rayo de esperanza, aunque su implementación sigue incierta. Los efectos del conflicto y las heridas infligidas tanto a israelíes como palestinos probablemente perdurarán durante años, marcando de manera profunda el futuro político, social y humanitario de la región.
