El ataque de Israel en Qatar contra altos dirigentes de Hamas amenaza con fracturar los diálogos de paz en Gaza y deja a Estados Unidos en un dilema.
El martes por la noche, Israel sorprendió al mundo con una ofensiva sin precedentes al lanzar misiles contra la capital de Qatar, donde se encontraban altos líderes de Hamas.
La operación, bautizada “Cumbre de Fuego”, apuntó directamente al buró político del grupo islamista, que utiliza Doha como base diplomática desde hace más de una década. E
l ataque, confirmado oficialmente por Tel Aviv, ha desatado una tormenta diplomática que pone en jaque las negociaciones de alto el fuego en Gaza y compromete el papel de mediador de uno de los aliados más estratégicos de Estados Unidos en Medio Oriente.
Según fuentes de Hamas, seis personas murieron en los bombardeos, entre ellas cinco miembros del movimiento, incluido el hijo del jefe negociador Khalil Al-Hayya y el director de su oficina.
También perdió la vida un oficial de seguridad qatarí. Sin embargo, el objetivo principal, Al-Hayya, logró sobrevivir. A pesar de la magnitud de la ofensiva, la delegación negociadora no fue eliminada, lo que mantiene en pie las conversaciones, aunque ahora bajo un clima de máxima tensión.
Nuevas imágenes del ataque israelí contra los líderes del grupo terrorista Hamás en Doha
— SissiEmperatriz 🇮🇱 (@GabyLob) September 9, 2025
En imágenes se ve el ataque de precisión llevado a cabo contra los altos mandos de Hamás que se reunían en Doha, capital de Qatar.
Fuente: Viviendo Israel pic.twitter.com/rzC77fk8mq
Las explosiones sacudieron el barrio de West Bay Lagoon, una exclusiva zona residencial de Doha donde se hospedaban los representantes de Hamas. El gobierno qatarí reaccionó de inmediato, calificando la acción como un “acto de terrorismo de Estado” y denunciando que no recibió ninguna notificación previa de parte de Tel Aviv.
El primer ministro Sheikh Mohammed bin Abdulrahman Al-Thani declaró que la ofensiva “ha superado no solo las normas del derecho internacional, sino también los estándares morales básicos”.
El ataque supone la primera vez que Israel reconoce bombardear directamente el territorio de un país árabe del Golfo, lo que marca un cambio drástico en su estrategia militar.
Para los analistas internacionales, la ofensiva envía un mensaje doble: por un lado, muestra la disposición israelí de golpear incluso en territorio protegido; por otro, pone en riesgo a uno de los pocos canales diplomáticos que todavía mantienen un frágil puente entre las partes enfrentadas en Gaza.
El emirato de Qatar ha sido durante años un terreno neutral de enorme valor estratégico. Ha acogido conversaciones secretas con actores internacionales como los talibanes y mantiene comunicación directa con Estados Unidos, Israel y Hamas.
Para los palestinos, la ofensiva coincidió con una nueva orden de evacuación total de Ciudad de Gaza, donde cerca de un millón de personas sobreviven bajo hambruna y desplazamientos forzados. Organismos humanitarios advierten que el recrudecimiento militar israelí puede agravar una catástrofe ya desbordada, con miles de civiles atrapados en condiciones extremas.
En Doha, diplomáticos qataríes temen que la ofensiva busque precisamente dinamitar las conversaciones de paz. “El ataque fue claramente diseñado para socavar la mediación”, afirmó Hamad Al-Muftah, alto funcionario de la cancillería.
Aun así, el emir Al-Thani insistió en que su país no abandonará su rol negociador, aunque reconoció que las actuales rondas de diálogo están “en riesgo de colapso”.
La Casa Blanca, consciente de las implicancias, buscó rápidamente marcar distancia. El presidente Donald Trump declaró que no estaba “entusiasmado con toda la situación” y admitió que se enteró de la operación solo minutos antes de que ocurriera, a través del jefe del Estado Mayor Conjunto y no por el propio gobierno israelí.
Su vocera, Karoline Leavitt, advirtió que “atacar dentro de Qatar no avanza los objetivos de Israel ni de Estados Unidos”. Sin embargo, Trump se negó a condenar abiertamente a Netanyahu, reflejando el delicado equilibrio de Washington frente a dos aliados clave enfrentados en un escenario explosivo.
El impacto político no se limita a las capitales involucradas. Naciones Unidas, la Unión Europea y varios países árabes condenaron la operación. El secretario general António Guterres alertó sobre “graves violaciones del derecho internacional y riesgos para la estabilidad regional”.
Canadá, Alemania y Polonia también expresaron preocupación por la escalada. En contraste, desde Jerusalén, el primer ministro Benjamin Netanyahu defendió el ataque como “un paso necesario para abrir la puerta a la paz y acabar con la guerra en Gaza”.
El Foro de Familias de Rehenes en Israel expresó alarma ante la posibilidad de que los ataques retrasen un acuerdo para liberar a los cautivos que Hamas mantiene en Gaza. Una madre de un rehén advirtió que la ofensiva “equivale a una sentencia de muerte para nuestros hijos”.
