El domingo 1 de junio, funcionarios sanitarios gazatíes informaron que al menos 31 personas murieron y un centenar resultaron heridas cerca de un punto de distribución de ayuda humanitaria en Rafah, al sur de la Franja de Gaza.

El episodio ocurrió en medio de renovadas tensiones tras la respuesta de Hamás al plan de alto el fuego propuesto por Israel. 

Según la Defensa Civil del enclave, el ataque incluyó disparos desde vehículos militares israelíes contra cientos de personas que aguardaban asistencia alimentaria en instalaciones gestionadas por la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), una entidad respaldada por Estados Unidos.

Testigos entrevistados por AFP aseguraron que tropas israelíes abrieron fuego desde drones y tanques en pleno reparto. “Había mucha gente, era un caos, gritos y empujones”, declaró Abdallah Barbakh, un hombre de 58 años que estuvo presente. Otro testigo, Sameh Hamouda, de 33, afirmó que “de repente, los drones y tanques dispararon contra la multitud”. 

Pese a estos relatos, la Fundación Humanitaria para Gaza negó de manera tajante que se hubiera producido un incidente en sus instalaciones. En un comunicado, la organización aseguró que las versiones sobre muertos y heridos eran “rumores falsos propagados por Hamás” con el objetivo de dañar la credibilidad de los corredores humanitarios.

“Observamos todos los días esfuerzos coordinados que buscan distorsionar la cobertura mediática de nuestras operaciones”, señaló la entidad. 

Comunicado de Israel

En la misma línea, el ejército de Israel emitió un comunicado en el que rechazó las acusaciones. “En las últimas horas se difundieron informes falsos, incluyendo graves denuncias contra las Fuerzas Armadas de Israel sobre supuestos disparos contra residentes de Gaza en el centro de distribución de ayuda”, indicó.

Según una investigación preliminar, los militares israelíes no dispararon contra civiles dentro ni en las inmediaciones del punto de asistencia. 

Las acusaciones generaron indignación en Hamás, que calificó el hecho como una “horrible masacre” y denunció que los centros de distribución respaldados por la GHF se convirtieron en “trampas mortales” para los gazatíes.

Para la organización islamista, los ataques forman parte de una estrategia de Israel destinada a sembrar el terror entre la población civil y a dificultar la llegada de ayuda humanitaria al enclave. 

El episodio profundiza la crisis en el sur de Gaza, donde miles de desplazados buscan asistencia en medio de la guerra. Aunque no existe consenso sobre lo ocurrido, el hecho refleja las crecientes tensiones en Rafah, un punto clave tanto para la distribución de ayuda como para la disputa militar y política entre Israel y Hamás.