La crisis política en Francia alcanzó un nuevo punto de tensión este lunes, cuando Sébastien Lecornu presentó su renuncia como primer ministro, apenas 24 horas después de haber anunciado su gabinete.
El presidente Emmanuel Macron aceptó su dimisión en un comunicado emitido por el Palacio del Elíseo, que calificó la decisión como “irrevocable”.
El anuncio sorprendió incluso a los miembros del propio Ejecutivo, que suspendieron sus actividades oficiales a la espera de conocer el próximo paso del mandatario.
La renuncia de Lecornu marca la tercera caída de un primer ministro en menos de un año, en medio de una serie de fracasos políticos que han dejado al gobierno francés debilitado y sin mayoría parlamentaria.
El motivo inmediato de la renuncia radica en las tensiones con Los Republicanos, el principal socio conservador dentro del gabinete.
Su líder, Bruno Retailleau, había expresado su descontento con la composición del nuevo gobierno y amenazó con retirar el apoyo de su partido, lo que habría dejado a Lecornu sin base legislativa para gobernar. Sin ese respaldo, su continuidad se volvió insostenible.
La situación refleja la creciente fragilidad del gobierno de Macron. Desde la oposición, Jordan Bardella, presidente del partido de extrema derecha Agrupación Nacional, pidió la disolución de la Asamblea Nacional, argumentando que el Ejecutivo “carece de rumbo y legitimidad”.
En la misma línea, Marine Le Pen calificó la renuncia de Lecornu como “una medida de sensatez política”, asegurando que “la farsa institucional ha llegado a su fin”.
En el otro extremo del espectro político, la líder de La Francia Insumisa, Mathilde Panot, sostuvo que “la cuenta regresiva para el fin del macronismo ha comenzado”. Jean-Luc Mélenchon, fundador del movimiento, exigió que se revise de inmediato la moción presentada por más de un centenar de diputados para la destitución de Emmanuel Macron.
Lecornu había sido designado el pasado 9 de septiembre con el objetivo de estabilizar al gobierno tras la caída de François Bayrou, destituido por el Parlamento luego de perder una moción de confianza. Sin embargo, el intento de recomponer el gabinete terminó en un nuevo fracaso.
Entre los retos que enfrentaba Lecornu figuraba la aprobación de un presupuesto de austeridad para el próximo año, en un contexto de fuerte división legislativa. Los dos primeros ministros anteriores —Bayrou y Michel Barnier— habían sido destituidos por desacuerdos con el plan de gastos presentado por el Ejecutivo.
Francia atraviesa además un complejo escenario económico, con una deuda pública récord que supera el 110% del PIB, la tercera más alta de la Unión Europea, solo detrás de Grecia e Italia. Las medidas de ajuste impulsadas por el Elíseo han sido duramente criticadas por su impacto en los sectores de bajos ingresos.
El estancamiento político comenzó tras las elecciones legislativas anticipadas convocadas por Emmanuel Macron en 2024, una apuesta para reforzar su autoridad que terminó debilitando su coalición.
Hoy, el presidente enfrenta un Parlamento fragmentado, una oposición fortalecida y un país cansado de la inestabilidad.
Con la renuncia de Lecornu, Francia se encamina hacia un nuevo capítulo de incertidumbre institucional. En medio del desconcierto, Macron busca un reemplazo que logre recomponer el equilibrio político y restaurar la confianza de una ciudadanía cada vez más escéptica.
