OpenAI, creadora de Chat GPT, cerró la mayor ronda de capital de su historia, aunque enfrenta pérdidas y turbulencias internas en su liderazgo.
El miércoles, OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT, anunció el cierre de una ronda de financiamiento que recaudó 6600 millones de dólares, elevando su valuación a 157.000 millones de dólares.
Se trata de la inyección de capital más grande registrada en la historia de la inteligencia artificial generativa y consolida a la compañía como una de las tres start-ups privadas más valiosas del mundo, junto con SpaceX y ByteDance.
La compañía, sin embargo, proyecta ingresos por 2700 millones de dólares provenientes de suscripciones a Chat GPT Plus, que pasará de costar 20 a 22 dólares, y otros 1000 millones derivados de licencias de acceso a sus modelos de lenguaje a través de aplicaciones y servicios de terceros.
“Cada semana, más de 250 millones de personas en el mundo utilizan ChatGPT para mejorar su trabajo, su creatividad y su educación”, destacó la empresa en un comunicado, reforzando la magnitud del alcance global de su producto estrella.
El interés por participar de esta capitalización había generado semanas de especulación en la prensa estadounidense. Microsoft, que ya invirtió 13.000 millones de dólares en la start-up, figura como socio estratégico central, mientras que Nvidia también aparece entre los nombres interesados. Apple, en cambio, se retiró de la negociación pese a utilizar los modelos de OpenAI en su nuevo sistema de inteligencia artificial.
Desde el lanzamiento de Chat GPT a fines de 2022, la compañía desató un auténtico boom de la IA generativa, obligando a gigantes como Google, Meta y Amazon a acelerar sus propios desarrollos. Esta competencia feroz ha convertido al sector en uno de los más dinámicos y disputados de la industria tecnológica global.
No obstante, el crecimiento de OpenAI no está exento de tensiones internas. Hace apenas una semana, Mira Murati, una de las creadoras de Chat GPT, renunció a su cargo como jefa tecnológica tras más de seis años en la empresa.
Su salida se suma a la de otros referentes de alto nivel como Greg Brockman, John Schulman, Peter Deng e Ilya Sutskever, cofundador de la compañía que lanzó su propia start-up en junio.
Las renuncias se vinculan a la estrategia de Sam Altman, CEO de OpenAI, acusado de orientar la compañía hacia un modelo cada vez más lucrativo, en contraste con la misión original sin fines de lucro con la que fue fundada en 2015.
Esta disputa ya había provocado en noviembre de 2023 la breve destitución de Altman, y mantiene vivas las críticas de Elon Musk, otro de los fundadores que se alejó en 2018.
Con solo tres de los once fundadores originales aún en la empresa, el futuro de OpenAI se perfila entre la promesa de un crecimiento económico sin precedentes y los desafíos de mantener su legitimidad ética en el desarrollo de inteligencia artificial.
