El Premio Nobel de Física 2024, concedido a John Hopfield y Geoffrey Hinton por sus investigaciones sobre redes neuronales, marca un hito en la consolidación de la inteligencia artificial como herramienta imprescindible en la ciencia.

Más allá de la generación de textos o imágenes, la IA ha demostrado su verdadero poder al analizar grandes volúmenes de datos y extraer conclusiones que serían imposibles para la investigación humana tradicional. 

Uno de los hitos más destacados de 2024 fue el mapeo completo de las 140.000 neuronas y más de 50 millones de conexiones del cerebro de la mosca de la fruta adulta, un avance liderado por el FlyWire Consortium.

Gracias a la inteligencia artificial, los investigadores pudieron reconstruir las neuronas en 3D a partir de imágenes de tomografías, reduciendo décadas de trabajo a meses. Este atlas permitirá predecir la actividad neuronal y, eventualmente, extrapolar hallazgos a cerebros humanos, con implicaciones significativas para enfermedades como el Alzheimer y otras demencias. 

En el campo de la biotecnología, AlphaFold3 ha revolucionado la comprensión de las proteínas. La IA de DeepMind no solo predice la estructura tridimensional de todas las proteínas posibles, sino también cómo interactúan entre sí y con otros sustratos.

¿Qué descubrimientos se realizaron?

Este avance, presentado en 2024, amplía enormemente nuestra capacidad para entender mecanismos de enfermedades, diseñar enzimas con aplicaciones industriales y desarrollar terapias innovadoras. La competición CASP de este año confirmó el dominio de AlphaFold3 en la predicción proteica, consolidando su papel central en la biología molecular moderna. 

Otro descubrimiento clave involucró virus de RNA. Un equipo internacional utilizó un sistema denominado LucaProt basado en inteligencia artificial para analizar 51 terabytes de datos genómicos, identificando 70.458 especies de virus potenciales, muchas nunca descritas.

Estos hallazgos son esenciales para la vigilancia de enfermedades emergentes y el desarrollo de vacunas y tratamientos frente a virus de rápida mutación, como SARS-CoV-2, VIH, virus de la hepatitis C e influenzavirus. 

Estos tres ejemplos —mapa neuronal de la mosca, AlphaFold3 y LucaProt— ilustran cómo la inteligencia artificial se integra cada vez más en la biotecnología, transformando la investigación en genética, neurociencia y virología. El Premio Nobel de este año reconoce no solo avances individuales, sino la capacidad de la IA para potenciar el conocimiento humano y abrir nuevas fronteras científicas. 

En 2024, innumerables proyectos de investigación en biotecnología, genética, nutrición y fisiología han dependido de la IA para analizar datos masivos, generar predicciones precisas y acelerar descubrimientos que antes habrían requerido décadas.

La convergencia entre inteligencia artificial y biotecnología marca el inicio de una era donde la ciencia puede abordar problemas complejos con rapidez y precisión sin precedentes.